miércoles, 6 de julio de 2011

CONFESIONES DE RUTINA

 En un consultorio odontológico pueden pasar muchas cosas, desde lo más lógico como los tratamientos dentales a los que se somete la gente, pasando por algunos coqueteos de pacientes varones, propuestas indecorosas y algunas confesiones por parte de mis pacientes; pero la más usual es cuando mi consultorio deja de ser dental para convertirse en uno psicológico. En este espacio he escuchado miles de historias que me dejan sorprendida y no porque yo les pregunte, sino que la gente necesita contarlo y no se si el sillón dental les parezca  un diván pero siempre me cuentan lo que más les aqueja. 

                   
¿Te sientes bien? le pregunté, porque su semblante dibujaba preocupación. 
-no, no lo estoy, me ha pegado Miguel, no es la primera vez, me grita enfrente de los niños, me dice Puta cuando llego tarde de algún lugar; el otro día me aventó y fuí a denunciarlo, le levanté una acta, pero hablamos y me juró que ya no lo haría y lo perdoné, pero esta última vez me ha vuelto a gritar y me escupió, me dice que no sirvo par nada. Lo acusé con sus papás y obviamente lo regañaron, el me dice que está arrepentido, pero no se cuantas veces he escuchado eso, dice que no lo volverá a hacer.
Me quedé pasmada, llena de rabia, frustración e impotencia por no poder hacer gran cosa, lo único que pude hacer es platicar y hacerla entender que necesitaba ayuda y sobre todo, hacerla entender que no podía dejar que pasara más y lo más preocupante es que se irá a vivir con él muy lejos, aislada de toda su familia.
                       
A veces confundimos el amor, pensamos que nos aman porque nos celan y lo demuestran de una manera agresiva, también  pensamos que amar a nuestra pareja es cuando sentimos que los necesitamos para vivir. Espero que ella se de cuenta que no esta siendo amada, sino todo lo contrario.